El enoturismo o turismo enológico es un tipo de turismo enfocado en las zonas de producción vinícolas.
Al mismo tiempo se relaciona con el turismo gastronómico, y con el turismo cultural convirtiéndose la zona en patrimonio industrial.
No solo es ir a un sitio a probar vino, es también visitar bodegas, es viajar a una zona vitivinícola para conocer desde dentro el mundo del vino, catas de vinos, comidas maridadas, degustaciones gastronómicas, visitar también enotecas.
Por definición, un turista enológico es una persona amante del vino, del slow travel, y, de la naturaleza del placer de la gastronomía y del buen vino. Desconectar de la ciudad y conectar con la naturaleza, son también algunos de los propósitos del turista enológico. Son viajes que se pueden disfrutar en pareja, con amigos y con la familia: cada vez son más las bodegas o destinos que ofrecen experiencias también para los más pequeños.
El turismo enológico se puede disfrutar en cualquier época del año, pero, las estaciones donde los viñedos lucen mayor esplendor son el final de la primavera y el comienzo del otoño.
De norte a sur en nuestra geografía han surgido centenares rutas del vino, para conocer las diferentes denominaciones de origen y visitar las bodegas más singulares.
Los 10 viñedos más emblemáticos en España son el Priorat, Ribera Del Duero, Rueda, Ribeira Sacra, Rioja, El Bierzo, Rias Baixas y Lanzarote.
Existen ocho aspectos esenciales para que un territorio pueda ser considerado “zona vitivinícola”
Responsabilidad: Los territorios vitivinícolas deben jugar un rol determinante en la conservación, gestión y valoración de los bienes territoriales, y asumir en las experiencias concretas el valor de modelo, tanto en sus objetivos como en la metodología de su aplicación, así como asumir su responsabilidad en relación entre el territorio y su explotación.
Gestión: Los recursos territoriales y vitivinícolas deben ser tutelados, preservados y cuidadosamente gestionados, con el fin de que puedan estar siempre disponibles para su utilización individual y económica por parte del territorio.
Cuidado: La utilización de los recursos territoriales y, particularmente vinícolas, no deben perjudicar la supervivencia de otras especies animales o vegetales del ecosistema.
Tutela: Los ecosistemas vitivinícolas deber ser tutelados de una forma eficaz y salvaguardados de su vulnerabilidad, consecuencia del fuerte impacto inmobiliario y especulativo.
Organización: Las zonas vitivinícolas pueden constituirse en entidades de referencia (asociaciones, rutas…) para el desarrollo de un territorio. Los modelos de gestión, definidos sobre bases rigurosamente científicas, deben garantizar la conservación de los ecosistemas en su integridad y complejidad biológica.
Cooperación: Las zonas vitivinícolas, para conseguir estos objetivos, deben promover una cooperación eficaz entre ellas, especialmente cuando comparten una misma región o país.
Información: Las zonas vitivinícolas han de promover el intercambio de informaciones en términos de datos, conocimiento, modelos de gestión, tecnología, modelos de análisis.
Cultura: Las zonas vitivinícolas han de desarrollar un rol determinante en la difusión de una auténtica «cultura del vino», que tenga como consecuencia la necesidad de una gestión integral, correcta y esmerada, para su explotación racional tanto en términos ecológicos como sociales.
Tenemos la falsa sensación de que es un turismo “nuevo” por los medios de comunicación, Internet y las empresas especializadas, así como las nuevas legislaciones gubernamentales e intergubernamentales que nos parece que nos encontramos en un entorno nuevo.
El turismo del vino en España existe desde hace muchos años. Las visitas a bodegas son antiguas, existen registros de que ya había viajes organizados en épocas de la antigua Grecia y Roma.
El interés por el vino y por conocer los procesos de su elaboración tienen un origen muy antiguo. Existen bodegas en España que atesoran documentación centenaria (libros de firmas) a mediados del s XIX. Visitas de monarcas, nobles, jerarquías eclesiásticas, o, profesionales del sector. Otro aspecto histórico que confirma el interés del enoturismo es la existencia de muchos eventos, exposiciones, congresos, y reuniones científicas que se celebraban en bodegas.
Volviendo a la actualidad, si comparamos las cifras de enoturismo en España con Francia e Italia: en 2015 España recibió 2,4 millones de visitantes, Francia, por ejemplo, recibe anualmente unos 15 millones de visitantes, Italia por otro lado recibe al día 1,3 millones de visitantes al día.
La cultura que existe detrás de cada vino es la mejor tarjeta de presentación y más en el momento actual en el que se está produciendo una revalorización de los aspectos tradicionales, de las raíces culturales y de lo natural.
FUENTES:
https://www.vinetur.com/2017022827303/que-es-el-enoturismo-y-cual-es-su-origen.html