¿queremos beneficios inmediatos, sin tener más percepción del futuro?
¿queremos beneficios escalonados a lo largo del tiempo?
Actualmente estamos en continua transformación, conciencia de varias formas de turismo. Observamos también diferentes fenómenos sociales los cuales van creando sus choques.
En la mayoría de los países que viven del turismo, están con importantes problemáticas de la ciudadanía y del turista. Aparece el predominio de turismofobia, del miedo de la invasión de gente de fuera, que se adentra en nuestro terreno, que nos van acorralando a nuestra estabilidad de nuestro ecosistema de la ciudad. Generando fobias.
En la conciencia de la economía de la industria turística, su crecimiento incontrolado y masivo tiene importantes repercusiones sobre el medio natural, sobre las economías locales, sobre las condiciones de desarrollo de la visita turística.
En estos momentos existe una parte de la ciudadanía el rechazo del turismo, se encuentra muy acentuada , lo observamos en muchas lugares de la geografía nacional, en las grandes ciudades, en pueblos de la Costa Brava, Las Islas Baleares y las Gran Canarias donde existe masificación de turistas , la explotación del desarrollo turístico fuera de los límites de la sostenibilidad.
Esta situación, no es reciente, la identificación y medición de los impactos que genera la actividad turística sobre distintos tipos de destinos y recursos turísticos fue objeto temprano de atención. El concepto de “capacidad de carga turística” viene ya de lejos, junto con los estudios de impacto ambiental, uno de los instrumentos más utilizados para dar respuesta a los problemas de la afluencia masiva de visitantes en espacios recreativos y para racionalizar el uso abusivo y el deterioro de los recursos que sustentan el desarrollo del turismo.
El concepto de capacidad de carga hace referencia al número máximo de visitantes que puede contener un determinado espacio / recurso / destino turístico.
El problema irresponsable de sostenibilidad en las islas donde nos encontramos que triplica el turismo a los habitantes de los archipiélagos, creando un preocupación del deterioro del territorio y de los recursos naturales, afectando también a los turistas.
La masificación de turistas en temporadas concretas colapsa los servicios hoteleros, restaurantes y playas. Existen largas colas para desayunar por falta de espacio. Creando un descontento considerable y perdiendo calidad de la marca del lugar.
Es un hecho claro que lo ven todos, los ciudadanos, las organizaciones y las instituciones, que manifiestan cierta inquietud por la fragilidad del territorio, de los recursos y de la marcas de Canarias.
El enemigo principal de estos problemas es del no control del crecimiento sin limite, sin ningún tipo de escrúpulo de las entidades que lo realizan y que no sea sostenible.
Pero afortunadamente existe la balanza de entidades y grandes empresas hoteleras que están presentes para conseguir cuidar el medio ambiente, paralelamente de vivir de la industria del turismo; con gestos tan importantes como actividades ecológicas de productos típicos del lugar, alojamientos rural y de las grandes cadenas hoteleras adheridos al sello ecológico.
No debemos bajar la guardia de que se debe cambiar la forma de vender el turismo responsablemente y escalonadamente.