
Los viajes internacionales han descendido un 92% respecto a 2019. Más de medio año después de la caída de la conectividad global por el cierre de fronteras para la contención de la pandemia, algunos gobiernos han vuelto a abrir sus fronteras de forma cautelosa, pero sin mucho éxito ante la dificultad de viajar por las medidas de cuarentena o la imposibilidad de planificar un viaje por los cambios constantes en las medidas contra el COVID-19.
“La clave para restaurar la libertad transfronteriza es la prueba sistemática para la detección del COVID-19 a todos los viajeros antes de volar. Esta medida dará a los gobiernos la confianza para abrir sus fronteras sin recurrir a modelos de riesgo complejos y sometidos a un cambio constante en la regulación de los viajes. La realización de estas pruebas restaurará la confianza que la gente necesita para viajar. Y esto devolverá millones de puestos de trabajo”, dijo Alexandre de Juniac, director general y CEO de IATA.