Sin querer ser pesimista −yo siempre digo que soy realista−, y poniendo esas luces largas a las que hago mención en el título de este artículo, si este invierno finalmente no funcionara como temporada en Canarias, tendremos un peor verano 2021 todavía, porque tendremos de frente a nuestros competidores del arco mediterráneo, cuyo fuerte es precisamente la temporada estival.
La competencia será feroz. Los destinos que no hemos podido hacer casi nada este verano vamos a tener que salir a degüello el verano que viene. Además, se da la circunstancia de que tanto turoperadores como aerolíneas están muy tocados tras las restricciones al movimiento que nos está dejando esta pandemia y están reduciendo flota. Esto nos avisa claramente de que pondrán sus miras en aquellos destinos más rentables. Por ejemplo, volar a Turquía desde Alemania requiere casi la mitad de tiempo que a Canarias, lo que permite una mayor rotación (ida y vuelta) de los aviones, es decir, transportar en el mismo tiempo al doble de pasajeros.
Por eso, y tras el fiasco de la falta de un marco común que regule los viajes en la Unión Europea −que de unión tiene ya muy poco−, si aquí en las Islas no espabilamos y cerramos esos acuerdos bilaterales, al menos con nuestros principales países emisores de turistas, el Gobierno de Canarias va a tener que articular medidas si quiere sostener su motor económico hasta invierno de 2021, algo bastante inviable.
Y vamos un paso más allá. En Ashotel queremos cerrar un acuerdo con la Administración para que nos permita la compra y realización masiva de test, porque ya hemos dicho en reiteradas ocasiones que estamos dispuestos a contribuir a la solución; y si la solución no llega desde la instancia de la que debería llegar, no vamos a contemplar la escena de brazos cruzados. Garantizaremos el cumplimiento estricto de la normativa en la realización de estas pruebas, tanto en la toma de muestras como en la comunicación de sus resultados. Pero permítannos hacerlas, es vital para el sector, que al fin y al cabo es el que mueve la economía en las Islas.
Esta globalización de la que hablamos siempre como si fuera el calco exacto de todas las circunstancias que rodean una industria no es tal. Pongo dos ejemplos: los costes sociales que tiene nuestro sector no tienen nada que ver con los de otros competidores del arco mediterráneo; y tampoco tiene nada que ver la cantidad de normativa y legislación que cumplimos en nuestro país y entorno europeo con la de esos competidores que cito. Esta realidad, obviamente, va directa a la cuenta de la competitividad.
Así que pongamos esas luces largas, trabajemos en el hoy, pero al mismo tiempo en el mañana, una labor que nos garantice la salud de la locomotora que mueve nuestra economía. El turismo funciona solo, dicen algunos expertos, y yo añado “a pesar de los palos en las ruedas”. Necesitamos convertirnos esta temporada de invierno en ese destino líder que hemos sido en todos estos años. Ahora, además de líderes, debemos ser un destino seguro. Tenemos todos los ingredientes para serlo, pero necesitamos la voluntad y decisión de quienes dirigen las administraciones públicas responsables, porque nuestro trabajo ya lo hemos hecho e incluso estamos dispuestos a hacer el de otros.