Hasta hace pocos meses no había sido lo suficientemente consciente como para responderte a esa pregunta, ¡y eso que la travesía la hice ya hace 17 años! Poco a poco le fui dando un sentido racional a la idea. En la vida nacemos y vamos deambulando por el mundo, quizás desconectando algo de nuestras ilusiones y pasiones de juventud. El día a día, la rutina, el estrés, las responsabilidades diarias, los estudios, el trabajo… Te metes en una vorágine que, para mí, te hace ir replanteándote tus primeros objetivos, más cercanos a aquéllas ilusiones y pasión, en relación con el fin para el que te hallas en esta tierra.
Cuando tenía 13 años me vine a vivir a Los Cristianos con mi familia. Desde el ático de mi piso veía los veleros que llegaban para proveerse de víveres en su ruta por el Atlántico hacia América. Era maravilloso. Todos los días, al regresar del instituto, me ponía a escudriñar con un rudimentario prismático a estos navegantes. Nunca había observado a gente en un velero. Les veía felices, libres, transmitiéndome una sensación de plenitud y libertad que me enamoró. Desde ese momento quise sentir esa felicidad y me dije: yo quiero ser ellos, vivir como ellos… Algún día seré como estos seres vivos y podré disponer de un hábitat en el que me sienta feliz. Y esa fue la imagen que tuve de aquel estilo de vida durante dos años.
Después me fui a estudiar a Estados Unidos, concretamente a California, pero por motivos familiares volví a Tenerife y proseguí con mis estudios en la isla para poder echar una mano en casa. Y fue entonces cuando me di cuenta de que estaba viviendo una vida que no era la mía, que no coincidía con mis expectativas, en realidad alejada de mi verdadera pasión y que no me gustaba…
Un día acudí al recinto ferial de Santa Cruz para ver muebles. Durante la visita me sorprendió un cuadro que representaba una embarcación y me quedé absorto mirándola. En ese momento una persona me tocó en el hombro a la vez que una voz femenina, con fuerte acento británico, me preguntó: ¿quieres remar el Atlántico?. En ese momento sentí de repente que mi pasión por cruzar el atlántico despertaba con la misma fuerza conectando con el Pedro ilusionado de 14 años y pensé: esta idea me hace muy feliz. Volví a conectar con mi esencia, con algo que me hacía vibrar, que me hacía sentir libre. Algo que realmente me ilusionaba. ¿Por qué le diría que sí a aquella señora que ni siquiera conocía?
Porque, en realidad, Pedro ya tenía en su alma y su espíritu una decisión, una ilusión en realizar una aventura así, en estar en contacto con el mar. Se podría decir que escuché al niño que llevaba dentro y aquella mujer me hizo conectar con él. Esa fue la razón.
¿Cómo cambió tu forma de ver la vida después de hacer ese viaje?
Es un sentirse libre para hacer lo que tú quieres, para tomar las decisiones que te llevan a dónde quieres ir. Una de mis coaches me preguntó: Pedro dónde te ves dentro de 5 o 10 años? ¿Cuáles son tus pasiones en la vida?
Entonces me hizo ver que mi primera respuesta no tenía nada que ver con la segunda. Mi visión del futuro no coincidía para nada con mis pasiones. Ahí vi que estaba completamente errado. Ahí es dónde hay que conectar, que no es fácil, pero tampoco imposible.
Fui completamente feliz en la travesía, pero no consciente del desarrollo personal o emocional. Entrar en el camino de la felicidad. Mi coach añadió: “Pedro, cruzar el Atlántico a remo no ha sido lo importante, eso no tiene nada que ver ni es trascendente. Para ti lo importante es saber que eres libre de tomar las decisiones que te llevan a la felicidad” Y tenía toda la razón.
Aunque, ciertamente, la travesía también fue muy interesante. Aprendí muchas cosas, momentos apasionantes y otros de miedo a una muerte inminente…
¿Podrías hablarnos un poco de tu nuevo proyecto, ”Atlántico Sur, La Película”?
Yo escribí el libro, que fue algo que me costó mucho tiempo: 10 años. Hacer un texto literario me resultó complicado. Cuando lo acabé, la gente me preguntó: “¿por qué no haces la película?” y yo dije: “Bueno.. no sé…” No me lo creía, era una idea pero nunca pensé en hacerla realmente. Un día me encontré con un chico y me saludó. En aquel primer momento no le reconocí porque hacía mucho tiempo que no le veía, unos 15 años. Y me dijo: “Soy Edu, director de cine, y me gustaría hacer la película de tu libro”. Me sorprendió mucho la causalidad pero le respondí: “Pues sí, me lo ha sugerido tanta gente, y ya que tú eres director, pues me parece bien, lo vamos a hacer”.
Y ahí fue como empezó. El proyecto ha ido desarrollándose y estamos ya haciendo la película, un largometraje que va a tardar unos años en completarse. En Octubre nos vamos a Hollywood a unas clases de interpretación y nos veremos con Steven Spielberg. Esperamos conseguir dar un mensaje muy bonito de ilusión a través de una película y estoy dedicándole casi 7 horas al día. Si haces algo que no te gusta y requiere mucho tiempo, te genera mucho estrés. Si haces algo que te supone mucho esfuerzo pero te gusta, te genera ilusión. Y en eso estamos.
Este año acudes a Futurismo Canarias 2017¿Quieres contarnos algo sobre tu charla motivacional?
Meto un poco de acción sobre la travesía. Quiero dar un mensaje de amor, un mensaje de ilusión. Muy básico, repetir ese mensaje tan básico que hemos oído tantas veces pero que no importa porque lo bueno no cansa. Pero hay que darle un poco de aventura, ¿Cómo fue? ¿Qué pasó? ¿Qué aprendiste? No sólo que tomar tus decisiones libremente te hace feliz, ese mensaje está claro, pero al tiempo transmitir también el de la cantidad de gente que se vinculó en un proyecto que les ilusionó. Me gusta trabajar con gente con ilusión, encantada de participar en proyectos que les hagan vibrar. Vinculé a más de 150 personas, felices de poder dedicar un poco de su tiempo a un proyecto que les generaba energía y felicidad. Médicos, psicólogos, astilleros, entrenadores, expertos en navegación, en meteorología…
Había, además, un trasfondo benéfico. Colaboramos con una Institución hospitalaria que se dedicaba a tratar a niños con parálisis cerebral. Al no tratarse de un proyecto exclusivamente deportivo, de los aproximadamente 500 mil Euros que se consiguieron, algo más de la mitad fueron a esa obra benéfica, consiguiendo atraer la atención de la Casa Real, cuyo entonces Príncipe y hoy Rey Felipe VI nos honró aceptando y concediéndonos el Patronazgo honorífico de la travesía, influyendo también en ello el hecho de ser los primeros navegantes español y de habla hispana en iniciarla y terminarla satisfactoriamente después de dos meses y un día de remo ininterrumpido.
Durante la travesía aprendes también que la mente es la que sucumbe antes. Tu cuerpo puede estar muy cansado y fatigado pero si la mente es fuerte y aguanta puedes continuar. Eso sí, tuvimos la fortuna de contar también con grandes entrenadores personales que nos enseñaron a realizar los movimientos de remo para no lesionarnos. “Mens sana in corpore sano” La fusión de la mente, la ilusión y la energía. Es de todo ello de lo que quiero tratar en la charla. Difundir y dar a conocer aquellos momentos de auténtico pánico que se alternaban con otros maravillosos de contemplación del firmamento y de sensación de conexión con la naturaleza. Son imágenes impagables.