El turismo de aventura surge en los años 80 como una alternativa para el huir del turismo masivo. Este turismo alternativo tenía como finalidad disfrutar del campo y de la naturaleza, siendo esto una manera de desconectar y encontrarse a uno mismo.
Las oportunidades se abrieron para este tipo de turismo y se incorporaron variedad de escenarios y opciones para disfrutar, practicar y aprender de este turismo en distintos ambientes permitiendo adaptarlo a las diferentes formas de ser y gustos de cada persona.
Pero no se quedó solo ahí, sino que surgieron nuevas especializaciones y tipologías que hoy en día se realizan de manera formal y rutinaria.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) define el término turismo de aventura como aquellos viajes realizados por los turistas en busca de actividades generalmente, aunque no necesariamente, orientadas a la práctica de ejercicio físico, y que suelen realizarse en zonas remotas o relativamente inexploradas, OMT (2022).
El turismo de aventura se da aprovechándose de los recursos ofrecidos por la naturaleza. Las personas que lo realizan buscan en él, una oportunidad para explorar o para hacer viajes con un riesgo latente, donde inevitablemente, será necesario hacer uso de las habilidades físicas y psicológicas de las que dispone cada uno.
Con este tipo de turismo se abarca una gran cantidad de actividades tanto en tierra, agua y aire, por las que los turistas o excursionistas se desplazan a otros lugares y pagan un precio fijado para experimentar nuevas sensaciones y emociones. Por ello, este turismo también es conocido como turismo activo, ya que es necesaria la participación e involucración de los turistas para poder desempeñar la actividad.
Para calificar una atracción como turismo de aventura se deben dar los siguientes requisitos. La primera de ellas, es que el desarrollo de la actividad se debe dar en medios naturales poco alterados, de alto valor ecológico y preferiblemente protegidos. En segundo lugar, es necesaria la involucración del turista en la oferta de experiencias con una serie de destrezas y esfuerzo físico, no exento de riesgo para buscar un ambiente y actividades distintas de las del entorno cotidiano. Y, por último, es necesario contar con un equipo especializado, comprobado y con un sistema de mantenimiento riguroso para garantizar la seguridad de los usuarios.
Otra característica de este turismo es la necesidad de contar con un guía especializado, que esté capacitado y entrenado para controlar las posibles situaciones peligrosas a las que se pueden enfrentar durante la aventura.
El turismo de aventura se diferencia de los deportes de aventura, en que para llevar a cabo el primero es necesario realizar un viaje a otro destino. No tiene como finalidad una competición, sino el disfrute y el conocimiento de la zona. Además, el turismo de aventura ayuda al desarrollo económico de la comunidad que visita.
El perfil de estos turistas en un principio era principalmente varones de entre 15-45 años, con un poder adquisitivo medio-alto, procedentes de las ciudades con una duración de su viaje de 2 días. El aumento de la práctica de este tipo de turismo ha hecho que se abarate el coste y que actualmente el número de hombres y mujeres que realizan este tipo de turismo se equilibre.
Conocer la selva de Sudamérica, realizar un safari por África, volar en parapente o en globo, hacer puénting, rafting, dormir en el desierto, escalar una montaña o nadar con tiburones son algunas de las actividades que puedes hacer en el turismo de aventura.
El turismo de aventura acoge cada día a más seguidores. Los turistas están cansados de visitar siempre los lugares típicos. Estos aventureros buscan algo único que los haga sentirse vivos. Experimentar nuevas sensaciones, experiencias y desconectar de la vida laboral y privada y estar en contacto con la naturaleza son algunos de los principales motivos por los que este tipo de turismo está en alza hoy en día.
Realizado por: Beatriz Gómez Martín https://www.linkedin.com/in/beatrizg%C3%B3mez