La industria turística, en constante crecimiento, se encuentra en una posición crítica frente al desafío urgente del cambio climático. Junto con la agricultura, es una de las actividades económicas más expuestas a los efectos del calentamiento global. Esta vulnerabilidad varía según la modalidad turística y la ubicación geográfica, siendo especialmente alta en destinos de sol y playa, nieve y grandes ciudades.

En el contexto actual de globalización y cambios económicos rápidos, cualquier cambio en el entorno natural puede tener un impacto significativo en la economía local. La preservación de los recursos territoriales que son fundamentales para el turismo en destinos de todo el mundo se ha vuelto incierta debido a las evidentes transformaciones en las condiciones climáticas terrestres.

El año 2030 se perfila como una fecha crítica para tomar medidas audaces y asegurar un futuro sostenible. En primer lugar, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, establecidos para ser alcanzados para 2030, nos recuerdan la urgencia de abordar problemas globales como la pobreza, la igualdad de género y el cambio climático. Esto implica que debemos tomar medidas significativas en la próxima década para avanzar hacia un mundo más sostenible. Además, el Acuerdo de París establece la necesidad de limitar el calentamiento global y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Sera el momento en que los países deben evaluar su progreso y considerar acciones adicionales si se quiere cumplir con estos objetivos. La comunidad científica también señala que el período entre 2020 y 2030 es un punto de inflexión crítico. En esta década, nuestras acciones para reducir las emisiones y mitigar los impactos del cambio climático deben ser significativas. De lo contrario, podríamos enfrentar consecuencias climáticas devastadoras.

Por último, la creciente conciencia pública sobre la crisis climática ejerce presión sobre líderes gubernamentales, empresas y organizaciones para tomar medidas concretas antes de 2030. La sociedad demanda soluciones audaces y efectivas para abordar este desafío global.

El año 2030 representa un hito crítico en la lucha contra la crisis climática. Las decisiones y acciones que tomemos en la próxima década serán fundamentales para determinar el futuro de nuestro planeta y las generaciones futuras. Y es aquí donde se desarrolla el turismo sostenible como un movimiento sociocultural, dispuesto a luchar contra el cambio climático y consciente de tomar cada decisión posible hacia un mundo más sostenible.

El turismo sostenible y los viajeros sostenibles son dos fuerzas que están transformando la industria del viaje. El turismo sostenible se enfoca en minimizar el impacto ambiental, promover la conservación de la biodiversidad, y contribuir al desarrollo socioeconómico de las comunidades locales. Los viajeros sostenibles, por su parte, son conscientes de su huella ambiental y buscan experiencias de viaje que sean respetuosas con el entorno y las culturas locales. Estos viajeros eligen alojamientos y actividades que tienen prácticas sostenibles, como la gestión eficiente de recursos y la promoción de la cultura local. Optan por medios de transporte menos contaminantes, reducen el consumo de plástico y apoyan a empresas que comparten su compromiso con la sostenibilidad. Están impulsando la adopción de prácticas más responsables en la industria y fomentando la conservación de los destinos turísticos. A medida que más personas se unen a esta tendencia, el futuro del turismo sostenible se vuelve cada vez más prometedor, ofreciendo una forma de explorar el mundo de manera responsable y en armonía con el planeta y sus habitantes.

Entre ellos, nació un movimiento, denominado Fygskam, traducido “vergüenza de volar,» una tendencia creciente entre los viajeros conscientes del medio ambiente. Se originó en Suecia como una respuesta a la preocupación por las emisiones de carbono asociadas a los vuelos comerciales y su contribución al cambio climático. Es un movimiento que ha ganado fuerza en la conciencia de los viajeros preocupados por el medio ambiente. Los partidarios del «Fygskam» sienten una especie de culpa o vergüenza al tomar vuelos debido a su impacto ambiental. En lugar de viajar en avión, optan por alternativas más sostenibles, como trenes, autobuses, viajes en coche compartido o incluso limitan sus viajes en la medida de lo posible.

Los gobiernos, como los de Francia y los Países Bajos, están considerando la posibilidad de reducir los vuelos que pueden ser reemplazados por viajes en tren en un trayecto de hasta tres horas. Esta medida se enmarca en los esfuerzos por promover un transporte más sostenible y eficiente, con el objetivo de reducir las emisiones de carbono y fomentar alternativas de movilidad más respetuosas con el medio ambiente. El empleo del transporte ferroviario en distancias cortas es fundamental en beneficio de nuestro planeta. Por otro lado, el avión sigue siendo la elección más práctica para trayectos de larga distancia, lo que impulsa a las aerolíneas a continuar enfocándose en la reducción de emisiones en sus vuelos. Esta dualidad en las opciones de transporte contribuye a la búsqueda de soluciones sostenibles y eficaces para la movilidad global.

En las Islas Canarias, el clima juega un papel crucial en su desarrollo turístico, y la adaptación al cambio climático es esencial para garantizar la viabilidad a largo plazo de esta industria. Las Islas Canarias son un importante destino turístico, pero su economía depende en gran medida de este sector, lo que las hace vulnerables al cambio climático. La topografía de las islas hace que el impacto del cambio climático y su influencia en el turismo varíen según la ubicación geográfica. Se realizaron simulaciones climáticas regionales para evaluar estos cambios, y se observó que las condiciones para el turismo varían a lo largo del año y con la altitud. En general, se espera que las condiciones mejoren en áreas más altas y en las estaciones de otoño, invierno y primavera, pero empeoren en el verano, especialmente en las áreas del sur donde se encuentra la mayoría de la infraestructura hotelera. El factor más importante que influye en estos cambios es el confort térmico.

En resumen, el desafío del cambio climático y la necesidad de un turismo más sostenible están entrelazados en un momento crítico en la historia de la humanidad. El año 2030 se presenta como un punto de inflexión crucial para tomar medidas audaces y decisivas en la lucha contra el cambio climático y promover un turismo responsable y respetuoso con el medio ambiente. Las decisiones tomadas en la próxima década tendrán un impacto significativo en el futuro de nuestro planeta y en la viabilidad a largo plazo de la industria turística. Es imperativo que trabajemos juntos para abordar estos desafíos y crear un mundo más sostenible para las generaciones venideras.

Escrito por Silvia Sommer

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