De las ocho islas Canarias, Tenerife es el destino preferido para los europeos que desean dejar atrás las gélidas tierras de centro Europa y buscan un remanso de paz estival perpetuo, aunque la etiqueta de “sol y playa” hace años que ha dejado de ser útil para definir a un destino turístico completo, de calidad y que ofrece múltiples opciones.
Más allá de la arena
El Parque Nacional del Teide, el Loro Parque o Costa Adeje y su zona hotelera son paradas tan obligatorias como habituales pero el visitante que quiera conocer las bondades de la isla deberá salirse del itinerario habitual. Una buena forma de adentrarse en la Tenerife menos conocida es que el viajero investigue en los rincones perdidos del sur y así conocer, por ejemplo, el segundo municipio más grande de la isla: Arico. Sol y playa. Naturaleza e historia. Gastronomía y tranquilidad.
Un municipio para comérselo
Arico se sitúa en el sureste de Tenerife en un punto medio entre el bullicio de la capital y el maremágnum turístico del sur de la isla. Apenas a quince minutos en coche desde el aeropuerto Reina Sofía, llegar es fácil y rápido. Conocerlo te llevará mucho más tiempo.
Hablar de Arico es hablar de agricultura y ganadería por lo que no se entiende una visita a cualquiera de sus barrios sin degustar sus quesos, premiados a nivel nacional, sus vinos tintos, blancos o rosados, sus mieles o su agricultura ecológica de las mil y una fincas que generación tras generación han hecho del sureste de Tenerife uno de los enclaves rurales más importantes de la isla.
Parada obligatoria es el pequeño barrio pesquero de Tajao, un enclave de referencia para degustar los mejores pescados de la isla maridados con cualquiera de los vinos de Arico. Asimismo, si prefieres degustar otro tipo de comidas, el pintoresco barrio de Abades te recibirá con su homogeneidad de blancos y verdes para ofrecerte desde cocina vegana hasta cocina italiana de la más alta calidad en cualquiera de sus diferentes locales en los que también podrás tomar una copa mientras mengua el día.
Gastronómicamente la medianía del municipio te ofrecerá buenas carnes desde Villa de Arico hasta Los Morales, el límite del municipio hacia al noreste, donde podrás comer en cuevas volcánicas talladas a mano cuya historia se cuenta por décadas.
Paraíso activo
El Barranco de El Río, el Barranco de Ortiz, el Barranco de Guasiegre…la orografía permite al municipio contar con algunas de las mejores zonas de escalada de Europa, lo que ha facilitado que varias empresas del sector se hayan instalado en Arico. Será fácil encontrar cualquiera de ellas, por ejemplo, en Villa de Arico, el centro administrativo donde se encuentra también el Ayuntamiento y la iglesia más grande del municipio. Allí podrás conocer un deporte exigente que te mantiene en contacto directo con la roca de los volcanes canarios.
Patrimonio
La joya de la corona de la belleza arquitectónica de Arico, muestra simpar de lo que fue un pasado de economía pujante es el barrio de Arico Nuevo. Sin dejarse engañar por el nombre, muchas de sus casas cuentan con algunas centenas de años de historia, el viajero observará allí las casonas típicas de Arico: grandes, portentosas, de piedra ‘chasnera’ de la zona, con granes portones en madera. Su pequeña iglesia, que en cualquier ciudad sería ermita, está especialmente bien conservada y si toma algo en la tasca de la plaza sentirá que el tiempo se detiene. No son pocos los senderistas que llegan al lugar después de recorrer el Camino Real de Arico, unos caminos que transportan a la dificultad de aquellos años en los que, sin coche ni carretera, no había otra opción que aquella de tomar el burro o el camello y andar de cumbre a mar, de mar a cumbre en busca del sustento.
Y es que Arico cuenta también con una red de senderos muy amplia que será imposible recorrer al completo en una visita de pocos días. Eso sí, cualquiera de las múltiples casas rurales que existen será idónea para tomarse con calma una experiencia que debe ser vivida desde la máxima relajación. Echará de menos el visitante, eso sí, un lugar donde informarse convenientemente de todos los rincones perdidos de Arico, pero no habrá barrio en el que no haya un vecino dispuesto a tomar el papel de improvisado guía turístico.
Arico permite entablar una relación directa con la naturaleza y casi íntima con la gastronomía más auténtica que resume a la perfección la esencia canaria que busca el viajero. Uno de los rincones perdidos del sur que aún quedan por descubrir.
Víctor Jorge García González