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En 2017, España sobrepasó por primera vez los 80 millones de visitantes, posicionándose así como la segunda potencia mundial en términos turísticos. Pero este dato presenta un lado oscuro: la turismofobia, es decir, la aversión a los turistas.

Existe una corriente multidisciplinar que afirma que el alquiler vacacional es en gran medida el causante de la turismofobia. El alquiler vacacional es un modelo de negocio turístico que consiste básicamente en el intercambio de alojamiento entre particulares a través de comunidades o plataformas webs creadas para este fin.

La turismofobia se atribuye al alquiler vacacional por tres principales razones. La primera, el auge del alquiler vacacional ha supuesto que las viviendas no sean asequibles para la población local. En segundo lugar, ha contribuido a un deterioro de la calidad de vida de los residentes debido a los ruidos constantes, ausencia de estacionamientos, etc. Y tercera razón, la desaparición de negocios tradicionales a favor de nuevos establecimientos orientados al turismo.

El epicentro de la turismofobia se detectó en Cataluña. No obstante, se ha extendido de manera notable —y alarmante— a otras Comunidades Autónomas como Ibiza y Valencia. En estas Comunidades Autónomas es común que se produzcan ataques y sabotajes contra establecimientos turísticos de todo tipo.

En el siguiente enlace puedes escuchar la triste historia de Francisco, un vecino de la Barceloneta, el mítico barrio de Barcelona: http://www.cuatro.com/enelpuntodemira/ultimos-vecinos-barceloneta-amenazados-apuntalados_2_2419230204.html

En Canarias, el primer caso de turismofobia fue detectado en pleno verano de 2017 en la isla de Gran Canaria. Durante el mes de agosto, y en dos ocasiones distintas, un grupo de hamacas ubicadas en Playa del Inglés y en Maspalomas, sufrió actos vandálicos mediante objetos cortantes. De resto, la turismofobia se deja ver en las islas a través de pintadas.

El Gobierno de Canarias, tras analizar la situación de turismofobia presente en otras Comunidades Autónomas, apela a la tranquilidad, afirmando que en las islas no se ha producido ningún ataque del calibre de aquellos acaecidos en la Península. No obstante, permanece en alerta y alienta a la población local a proteger la actividad turística por la importancia económica que supone la misma para Canarias.

Para contribuir a la desaparición de la turismofobia, es esencial el desarrollo de las siguientes acciones. Para empezar, se requiere una regulación eficaz del alquiler vacacional. Mientras que en algunas Comunidades Autónomas como Canarias es alegal, en otras, el alquiler vacacional se apoya en leyes que no fueron creadas para su regulación. Todas y cada una de las Comunidades Autónomas deben, de inmediato, poner en marcha tal regulación porque la unión hace la fuerza. Ello hará que la turismofobia no se siga extendiendo por el resto del destino España.

Asimismo, el control de la llegada masiva de turistas contribuirá a la extinción de la turismofobia.

En este contexto, es menester hacer hincapié en el siguiente argumento. El hecho de que el alquiler vacacional no esté regulado, hace que estemos expuestos a cualquier accidente que pueda hundir al destino España. Es sabido que el mundo entero está conmocionado y en alerta debido a los diferentes actos terroristas que han tenido lugar en diferentes partes del mundo, siendo Barcelona una de las ciudades afectadas. Pues bien, la alegalidad del alquiler vacacional implica que los delincuentes puedan alojarse en los diferentes destinos, pues las plataformas webs que ofertan este tipo de alojamiento no se encargan de verificar la identidad del huésped. Estas plataformas tampoco exigen que los apartamentos estén registrados, lo que se traduce en pisos ilegales.

Con todo, el reto actual de muchos destinos turísticos debe ser combatir la turismofobia, ya que la misma acabará por destruir el éxito de los destinos, pues está demostrado que la actitud favorable de la población local hacia los turistas es un factor imprescindible para que un destino turístico tenga éxito. Además, hay que tener presente el indudable valor económico que representa el turismo para España: sin el turismo, España no hubiese podido salir de la crisis económica, ni equilibrar la balanza de pagos.

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