Eduard Quintana, presidente de Traycco, compañía referente en el marketing directo de nuestro país, nos acompañó en esta VI edición de Futurismo Canarias y compartió con los asistentes su ponencia titulada “Responsabilidad Social Emocional”.

Eduard Quintana, uno de los ponentes de Futurismo Canarias 2019

El lema que siempre acompaña a Eduard es “Primero divertirse y luego ganar dinero” e insiste en que hay que cambiar la C de Responsabilidad Social Corporativa por la E de Responsabilidad Social Emocional, porque, ¿qué ocurre cuando al dinero le añadimos el corazón?

Eduard Quintana fundó su compañía con 17 años y a medida que ésta se iba fortaleciendo sentía que adquiría una deuda moral con la sociedad y por ende debía invertir una cantidad de dinero para mejorar la calidad de vida de otros seres humanos.

La compañía se asoció con diferentes ONGs y casas de ayuda pero realmente no conocía de qué manera estaba ayudando y quiso cambiarlo.

Buscó una serie de proyectos para seguir al detalle, intentando involucrarse más en la causa. Comenzó con un proyecto en Etiopía, donde el mayor problema era la hidratación ya que las personas que allí vivían tenían que realizar largos recorridos para coger agua y en la mayoría de las ocasiones estaba en mal estado. La compañía invirtió en un proyecto para recoger agua de lluvia y tratarla para poder abastecer hasta 2000 personas y a pesar de que le informaron de cómo iba el proyecto no quedó del todo satisfecho.

Un tiempo después, la compañía quiso invertir en un proyecto en Malawi, donde la problemática se encontraba  en el acceso al alimento sobre todo para los más pequeños.

Siempre informaban al equipo humano de la empresa en las causas en las que colaboraba la empresa pero sentía que no hacía mella en ellos, pero llegó un punto de inflexión, en 2006, cuando decidió ir con su mujer a hacer voluntariado a la India, más concretamente a Calcuta. Fue un comienzo un tanto difícil ya que el mismo se preguntaba: ¿seré capaz? Pero estas dudas se fueron disipando cuando pudo sentir lo que le trasmitían las miradas de los niños a los que estaba ayudando.

Eso le cambió.

Quiso crear un puente entre su empresa, haciendo hincapié en sus empleados, y causas en cualquier parte del mundo para mejorar la calidad de vida de las personas.

El siguiente proyecto que se les presentó provenía de una ONG en Cuzco, Perú. Un orfanato que contaba con cinco casas y que requerían de todo tipo de manutención, económica, escolar, médica… y quiso colaborar, si, pero con la condición de establecer un vínculo emocional entre las personas que iban a ayudar y el personal de su compañía.

Envió a su director financiero para que pudiera conocer de primera mano el proyecto y los niños a los que iba dirigido y una vez tomada la decisión puso la condición de poner una cámara en la casa para poder interactuar con los niños. Fue complicado romper el hielo al principio pero hoy, tras 5 años, cada jueves realizan videollamadas en las que sus trabajadores y los niños se ponen al día en cómo ha transcurrido la semana.

“Tocamos lo que hacemos, cada euro que invertimos lo vemos y eso a la gente de mi compañía le produce un orgullo tremendo”.

A nivel de empresa, el que sus trabajadores se desplacen e involucren en los proyectos con los que colaboran, hace que los roces que puedan tener en la compañía parezcan minucias. Y opina que es la mejor sesión de Team building que se puede hacer, ya que es la manera idónea de crear equipo, orgullo y pertenencia a tu asociación.

Se trata de abrazar, sentir y ver a la persona a la que le has mejorado la calidad de vida y sin lugar a dudas se establece una relación bidireccional en la que se consigue que la vida de alguien cambie para mejor y se consigue mejorar, potenciar y cambiar a mejor el espíritu humano del staff de la compañía.

“Pocas cosas son tan gratificantes como ayudar al prójimo”.

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